La luz visible (o blanca) está compuesta por las distintas radiaciones que se observan en el arco iris o cuando se refracta a través de su prisma: violeta, índigo, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo. A partir del violeta existen radiaciones invisibles denominadas ultravioleta; y después del rojo otras, también invisibles, que son las radiaciones infrarrojas.
El espectro solar nos proporciona aproximadamente 5% de ultravioletas, 45% de radiaciones visibles y 50% de infrarrojas. La radiación ultravioleta representa el componente con mayor poder energético del espectro solar. Con fines didácticos se la divide en tres partes: los ultravioleta A (largos), los B (medianos) y los C (cortos).
Los rayos ultravioleta A prácticamente no producen manchas en la piel, pero sí le dan color, es decir, la broncean. Pero, además, ocasionan alteraciones en el ADN, envejecimiento de la piel, carcinogénesis (es la posibilidad de originar un cáncer), potenciación de los efectos nocivos de UVB, quemaduras y reacciones alérgicas. Son los que penetran más profundamente, abarcan toda la franja horaria lumínica y pasan a través de los vidrios.
Los ultravioleta B, por su parte, son los responsables de las quemaduras solares (manchas rojizas, edemas, ampollas). También originan engrosamiento de la capa más externa de la epidermis, disminución de la capacidad del sistema inmunológico y cáncer de piel.
Los ultravioleta C son absorbidos por las capas atmosféricas y no llegan a tomar contacto con la piel. La energía de cada radiación es inversamente proporcional a su longitud de onda. Por lo tanto, las de longitud de onda más corta son las que poseen mayor energía y viceversa.
¿Por qué y cómo necesitamos fotoprotegernos?
La idea es encontrar el fotoprotector adecuado para el biotipo cutáneo de cada persona, el producto que cumpla con todas las normas solicitadas por las autoridades y brinde la máxima seguridad. Por ello, debe estar testeados dermatológicamente, ser hipoalergénico y confiable en la composición, especialmente de sus filtros, que son los responsables del cuidado de la piel.
Un buen protector solar debe incluir, en su formulación, filtros adecuados, agentes regeneradores de la piel (alantoína, vitamina A), antioxidantes para prevenir y retardar el fotoenvejecimiento (vitamina E, Alistin) e ingredientes que ayuden a mantener una correcta hidratación y funcionalidad cutánea al mismo tiempo que otorguen un agradable efecto cosmético. Por último, deben cubrir el espectro de rayos UVA y UVB, y, además, ser resistentes al agua.
¿Cómo cuidar las partes más sensibles?
Tanto los labios como la zona del contorno de ojos también deben recibir el cuidado con productos específicos para la zona, ya que la misma es más delgada y sensible. Es por esto que puede irritarse, sensibilizarse, agrietarse y/o favorecer la aparición de lesiones (herpes).
Los protectores que elijas para cuidar estas áreas deben incluir texturas suaves que hidraten en profundidad y brinden una adecuada protección ante las radiaciones UVA y UVB.
¿Cómo elegir el protector perfecto?
Es sabido que el protector solar debe adecuarse (en su número) al fototipo cutáneo y a las particularidades de cada persona: cuanto más clara es la piel y los ojos, más alto es el FPS que se debe utilizar.
El fototipo es la capacidad que tiene la piel de las personas para adaptarse al sol y asimilar las radiaciones solares. Está dado por una serie de características físicas (como el color de ojos, cabello y piel) y determina, por un lado, la capacidad de bronceado de esa piel y, por el otro, el correcto factor de protección solar que cada uno debería utilizar.
Existen 6 fototipos y se clasifican de la siguiente manera:
-Fototipo 1. Corresponde a las personas con piel muy blanca, ojos azules y pecas. Quienes tengan este fototipo deberían utilizar un FPS (factor de protección solar) 65 u 80, ya que por el tipo de piel requiere una protección muy alta.
-Fototipo 2. Es el que tienen las personas de piel clara, ojos azules o claros y pelo rubio o pelirrojo. Para ellos, el FPS indicado sería entre 50 y 45. Al exponerse al sol se les puede inflamar la piel, volverse colorada, y descamarse.
-Fototipo 3. Son personas cuya piel es blanca, sus ojos marrones y su pelo castaño. Deberían utilizar factor de protección solar entre 40 y 30 porque se queman fácilmente y tienen una ligera pigmentación.
-Fototipo 4. Su piel, sus ojos y su pelo son marrones. Se quema moderadamente y se pigmenta con bastante facilidad. Para ellos el FPS debería ser entre 20 y 25.
-Fototipo 5. Este fototipo corresponde a las personas con piel morena. Se pigmentan con facilidad y deberían utilizar un FPS 15.
-Fototipo 6. las personas con piel, ojos y pelo oscuro llevan este fototipo. Si bien el FPS que necesitan es moderado, también necesitan proteger su piel. Para ellos, lo indicado sería utilizar un FPS 8 o 10.
Luego de esta breve descripción, seguramente hayas encontrado tu fototipo y el de toda tu familia. Es importante que respetes el FPS indicado, ¡tanto para vos, como para los más chicos! De todas formas, ante cualquier duda siempre recordá consultar a tu médico dermatólogo