Ser madre no es un título que se adquiere estudiando en la universidad, es un reconocimiento que se logra con la energía de amar, guiar, cuidar, acompañar y proteger con devoción a los hijos. Todas las mujeres nos sentimos realizadas cuando llegan los hijos a nuestras vidas, aunque muchas veces llegan inesperadamente cuando estamos a punto de terminar nuestro reto profesional.

La maternidad es toda una aventura, pero la experiencia de acoplarse, y evitar que se desvanezcan las ilusiones de emprender el camino y continuar por más vidas que la propia es todo un reto. Después de un embarazo y el nacimiento de mi hijo, las mujeres experimentan un sin fin de emociones y temores a lo largo de su desarrollo como madres y profesionales.

Tienden a convivir con ideas que no les pertenecían antes y con otras con las que no están de acuerdo, mientras transitan muchas veces por un camino de angustias e inquietudes.

Estos roles, en principio, no deberían ser ni antagónicos, ni complementarios, por la herencia cultural y los procesos familiares vividos no resulta tan fácil como se supone. En la actualidad, existen otros centros de interés más allá de la maternidad como el trabajo y el desarrollo de una carrera profesional, los estudios o los hobbies, y las mujeres estamos comenzando a entender que, si bien la maternidad deseada puede hacernos felices, esto no es siempre así ni para todas igual.

Por este motivo, estos roles entran en conflicto y actualmente muchas asisten a un cambio de modelo de madre y mujer, que cuenta con el desafío añadido de encontrar su propia manera de ‘ser madre y ser mujer’ en estos tiempos modernos.

Suena fácil decirlo, solo quién lo a experimentado puede dar fe de ello, pero es importante estar en constante comunicación con la familia, con el padre del bebé, con los amigos cercanos y pedir ayuda cuando sea necesario.

En la vida hay constantes retos y ser madre puede ser uno de los más grandes al que cualquier mujer se enfrente, sin embargo un hijo no supone un atraso o un problema para truncar nuestros sueños.

Por el contrario debe y puede ser el motor que inspira a esas grandes guerreras a salir adelante, desarrollarse profesionalmente, ocupar cargos importantes en la sociedad y dejar legados para las futuras generaciones.

Ser madre y ser profesional pueden ser una buena combinación y motivo de gran satisfacción.