Perdona a otros, no porque ellos merezcan el perdón, sino porque tú mereces paz.
¿Quiénes somos para juzgar a los demás por sus errores? ¿Por qué creemos que somos mejores que los demás por no fallar y cómo sabemos que nuestra falta de perdón no determina qué clase de ser humano somos?.
Pedir perdón no solo debe ser una decisión madura, antes de ofrecer una disculpa, debes sentir arrepentimiento sincero. Hacerlo es importante, pero también es importante disculparse cara a cara.
No es que pedir perdón venga acompañado de reglas o pasos a seguir, pero debemos aprender a distinguir quién merece una explicación. La sinceridad es uno de los valores más importantes, por tanto es primordial explicar claramente por qué cometimos el error. No estamos exentos de fallar.
Nos han metido en la cabeza ciertos prejuicios porque hemos convertido el acto de pedir perdón en un síntoma de debilidad y no es así.
Nuestro objetivo como seres humanos no es castigar al otro al punto que sienta remordimiento y se arrodille a nuestros pies. También es fácil determinar cuando una persona que nos ofende nos intenta engañar.
Expresar compromiso de reparar el error es muy importante a la hora de disculparse. ¿Pero qué te garantiza que no te volverán a fallar?. Los seres humanos somos máquinas imperfectas y con gran capacidad de echarlo todo a perder.
A veces puede más el ego personal que admitir que hemos hecho algo mal.
Si te hace sentir mejor saber cuando el perdón es real y quieres identificarlo, estos son algunos síntomas o maneras de saber como hacerlo o bien saber que alguien está siendo honesto.
- Un perdón directo y breve.
- No hables de ti.
- No pidas que te perdonen.
- Pide que te digan cómo reparar el daño causado.
- Que sea de verdad.
- Promete y cumple.
- No añadas un “pero”.
- Tampoco un “sí”. No condiciones.
- Muestras las palmas de la mano. Si la disculpa es sincera.
- Puedes llevar una ofrenda. Algo pequeño pero significativo.