Durante los más de 10 años de carrera como psicóloga clínica, me he dado cuenta de que para lograr buenos resultados hay que recorrer junto a los pacientes la historia personal. La misma, siempre involucra a la familia y hay que ver como la misma influyó en quién es esa persona hoy. Dentro de la historia familiar, se deciden muchas cosas que, en buena parte, dan forma a las respuestas de las siguientes preguntas: ¿Quién soy? y ¿Cuánto valgo?
Cuando les pregunto quiénes son o que me pueden decir de sí mismos, generalmente hacen referencia a su posición en la familia: La hija de…, el hermano de…, la mamá de…, el nieto de… Es decir que la familia nos define: somos parte de un grupo. Algunos estamos muy orgullosos porque hemos seguido la tradición familiar, mientras otros no “tan orgullosos” deciden ser totalmente lo opuesto y salir de ahí, buscando un destino diferente. Aunque cueste admitirlo, siempre fue la familia la que planteó el camino: para seguirlo o para cambiarlo.
Entonces, el auto concepto se ha gestado dentro de la familia, porque fue ahí en donde nos fueron formando y guiando, en donde nos tocó pelear con hermanos por un juguete, un color, una posición y, por lo mismo, aprender que a veces se gana y a veces se pierde.
Fue ahí donde papá y mamá amorosamente se empeñaron en que su nena o nene fuera el rey o reina de la casa brindándole amor, abrazos, guías y aplausos. De ese modo, pudieron salir fuertes al mundo y compartir su reinado. En el colegio, tuvieron que enfrentarse con otros reyes y reinas siendo destronados abruptamente, porque allá afuera se es simplemente uno más. En otros casos, en casa no recibieron mucha atención, estímulo o afecto necesario, pero cuando salieron al mundo encontraron afuera ese apoyo y aplauso que tanto bien le hicieron.
La autoestima se va formando en el camino, poco a poco, a través de las experiencias vividas dentro y fuera de la casa. Generalmente, la familia es un marco de referencia desde el cual es posible entender la realidad, enfrentarla, experimentarla, porque es desde ese lugar que entendemos nuestro entorno.
La familia define nuestra relación con el mundo y nuestra propia vida. Algunas veces, puede ser la razón por la cual se escoge la profesión (“los Martínez somos los mejores médicos, desde mi bisabuelo, mi abuelo, yo y ahora vos también lo serás”), hasta el deporte o entretenimiento que se elige (“los Jiménez somos fanáticos del futbol”).
La familia es un punto de partida, un marco de referencia. Pero, ¿qué ocurre cuando esta familia nos ha fallado o no nos ha dado lo que necesitamos? Es entonces cuando se vuelve difícil desarrollar una autoestima adecuada, porque se supone que la familia es ese punto focal de apoyo y, si no nos lo brinda, esa persona y su autoestima sufren.
La buena noticia es que la autoestima es individual y puede ser trabajada y mejorada “a pesar” de lo que haya vivido en su hogar de origen. Cuando hemos trabajado junto al individuo en terapia y encontramos situaciones no resueltas con su familia, es posible resolver, sanar y mejorar, logrando restablecer relaciones familiares que habían sido dañadas, perdonar, comprender, cortar con las “cadenas familiares” y hacer nuevas vivencias desde un lugar más sano y feliz.
¡Ánimo y adelante! Aunque tu familia sea el punto focal de dónde vienes, tú eres un individuo que puede hacer las cosas mejor.
Dagmar Polasek
Psicóloga Clínica