Es sabido que las panzas de una embarazada no son fáciles de llevar en lo cotidiano, pero no es extraño que una vez que éste periodo termina se las extrañe y hasta haya depresión. Dicen los especialistas que no se extraña la panza en sí misma, en su versión física y palpable: se extraña a la versión simbólica de la misma.
Lo más normal, es que la tristeza que invade a las mujeres dure un par de semanas, pero la cosa puede llegar a complicarse y no solo se sienten tristes sino que pierden sus energías, las invaden a cada segundo las incontrolables ganas de llorar y demás cuestiones que sucedes a quienes acaban de dar a luz. Lo cierto, es que durante el embarazo y en las semanas que siguen al nacimiento del bebé, se puede dar en la madre una gran variedad de emociones que van desde la euforia y alegría total hasta la ansiedad, tristeza y preocupación o una combinación de ambos estados.
¿De qué se trata?
Según los especialistas, aunque se suele llamar depresión posparto, es importante distinguir entre parto y puerperio de la clínica. Hablar de depresión a modo generalizado, incide negativamente en la madre ya que la estamos estigmatizando y se le brinda una excusa para no acomodarse a la nueva situación. Ni la tristeza puerperal ni la depresión posparto, son una etapa más dentro del proceso embarazo. A su vez, no es algo que tenga que pasarle a todas las madres.
La tristeza puerperal es una reacción extremadamente común que experimenta alrededor del 50 por ciento de las mujeres. Ocurre dentro de las primeras jornadas después del parto y puede llegar a extenderse por unos diez días. Esta sensación de decaimiento, suele surgir repentinamente alrededor del tercer o cuarto día después de un parto cargado de fortísimas emociones y expectativas.
En la tristeza puerperal, intervienen una multiplicidad de factores que hacen que la madre se ponga triste y que llore sin motivo aparente, que esté extremadamente sensible, ansiosa, irritable al máximo y que no sepa qué hacer con cosas que habitualmente maneja. Por todo esto se siente muy mal y culpable, cuando, como gusta remarcar la sociedad aumentando el sentimiento de culpa, el nacimiento de un hijo debería ser uno de los momentos más felices de su vida.
Se trata de una tristeza común, inherente a un momento de mucha confusión, reacomodamiento, cansancio por la falta de sueño, fatiga, atender a las demandas del recién nacido cuyos códigos cuesta descifrar y que se daría más en las madres primerizas por falta de experiencia. El parto es una circunstancia crítica por ser una transformación en que cambia la mujer, cambia la pareja, la familia, la casa. Eso implica un reacomodamiento que en algunos casos es más difícil de lograr que en otros.
Soluciones al respecto
Los que están en contacto con madres y embarazadas, aseguran que en todo este proceso es fundamental que la mamá sepa pedir ayuda. Ella debe relegar las funciones de la casa y que no haga imposibles por querer abarcarlo todo, desde su bebé hasta las tareas del hogar, pasando por una inmediata vuelta al trabajo. Deben dedicarse a su propio restablecimiento, a su reacomodamiento personal y al desarrollo del vínculo con el bebé.
Sin un buen posparto, dicen, la tristeza puede acentuarse y generar una depresión. Ayuda además un buen entorno familiar que brinde la suficiente contención afectiva. El límite entre la más corriente tristeza puerperal y la depresión, está marcado por la duración. Por ejemplo, si la primera se extiende más allá de diez días.
No debemos pasar por alto que el embarazo y el parto son momentos de crisis narcisista. El primero, otorga una vivencia de omnipotencia altamente satisfactoria. Por eso, es esperable que después del parto se instale en ella una ligera depresión, ya que la ilusión de plenitud es muy fuerte y es algo de lo cual no queda privada ninguna mujer que viva nueve meses de embarazo. Para ella, lo duro es aceptar que este niño es otro y no parte de uno.
Para prevenirla se aconseja:
1) Preparación de la futura madre y de la pareja a través de cursos prácticos corporales para una perinatalidad normal y satisfactoria.
2) Información clara y precisa de la concepción, el embarazo, puerperio, lactancia y la vida sexual.
3) Una adecuada continencia emocional durante el embarazo, el parto y el puerperío.
4) Controles periódicos y asistencia de profesionales.
5) Permanencia del hijo junto a su madre luego del parto.
6) Asistencia y colaboración en tareas hogareñas.
7) Conocimiento del recién nacido y sus conductas.
8) Dormir y descansar en todo momento que el bebé lo permita, dejando de lado otras responsabilidades.
9) Instrucción y asesoramiento para una lactancia satisfactoria.
10) No preocuparse por mantener las apariencias.