La mayoría de las personas no tenemos un plan económico personal y tampoco tomamos en cuenta como la economía va cambiando. Así pues, para mantener nuestro nivel de vida, incurrimos en deudas que nos acaban resultando imposibles de pagar con los escasos ingresos que tenemos. Lo bueno es que podemos reorganizarnos y procurar tener una economía sana.
Primero:
- Seamos realistas con nuestra situación económica.
- Ubicarnos en nuestra situación económica real.
- Hacer un presupuesto de ingresos y gastos
- Distribuir esos valores de forma tal que nuestros gastos nunca sean mayores a nuestros ingresos.
Segundo:
- Lleve control de su gasto diario en aperitivos (snacks, galletas, refrescos, papitas, dulces, etc.), se sorprenderá de que gran parte de nuestro dinero en el mes se queda en este rubro, que además nos engorda.
- Compre de manera inteligente, es decir compre objetos y prendas que pueda usar en diferentes ocasiones y pueda combinar de múltiples formas.
- Disminuya la frecuencia con la que compra comida de fuera – cocine más.
- Póngase la meta de ahorrar, y exíjase el porcentaje decidido (no ir a “lo que salga”).
- Ahorrar y no ahorrar cualquier cosa, debe ser como mínimo un 5% de nuestro salario (preferiblemente, y lo generalmente recomendado, se dice que es un 10%).
Tercero:
- Priorizar gastos y deudas
- Sumar nuestras deudas e iniciar un plan para el pago de las mismas, tomando como prioridad pagar cuanto antes las que tienen mayores intereses.
- El ahorro debe salir desde fuera de su presupuesto de gastos. Es su paga personal, su seguro.
- Si tenemos muchas deudas, podríamos optar por un préstamo que consolide todas las pequeñas deudas, para de esa forma efectuar un solo pago quincenal o mensual según nuestro acuerdo. Si escoges hacer esto, durante la ejecución de este plan, evite a toda costa incurrir en cualquier crédito.
Recuerde: su plan es saldar deudas, no incrementarlas. Las deudas agobian, agotan y causan estrés. Debemos ser pacientes y ejercitar nuestra fuerza de voluntad para evitar desmotivarnos, tener la conciencia de que todo el bienestar generado por una economía sana va a significar una mejor calidad de vida tanto para nosotras como para nuestra familia. Menos preocupación siempre es sinónimo de mejor salud.