Para mantener una piel hidratada y joven, retirar los restos de maquillaje y polución cada noche, es tan importante como los demás recaudos que tomamos para lograrlo. Lo ideal es lavar toda la cara con un jabón suave, adecuado a cada tipo de piel: esto permite retirar la mayor parte del maquillaje y suciedad que se haya acumulado. Si tu piel es muy reactiva y no tolera el agua, empleá lociones limpiadoras que no necesitan aclarado.
En el caso de los ojos, hay que utilizar un desmaquillante específico a fin de retirar la máscara de pestañas. Con un disco de algodón con un poco de leche desmaquillante, podrás eliminar los restos de labial.
Una vez que nuestra piel está limpia y preparada para recibir los productos de tratamiento nocturno, es importante que elijamos los adecuados. En personas jóvenes que aún no superan los 30, el uso de un sérum, gel o crema rica en alfa-hidroxiácidos ayudará a mantenerla luminosa y libre de imperfecciones como granitos o puntos negros. Por encima de los 30, lo ideal es empezar a usar un producto a base de ácido retinoico que aporta luminosidad y retira las imperfecciones superficiales, activando la producción de colágeno y favoreciendo que la piel mantenga su elasticidad. Cuando empiecen a aparecer las primeras manchas del sol con el paso de los años, deberemos añadir un tratamiento específico despigmentante, en ocasiones acompañando en el mismo producto al ácido retinoico o por separado.
¿Cuándo y cómo desmaquillarte?
No hay un horario ideal para hacerlo, sino que varía según tus actividades diarias. Lo único que debés respetar, es hacerlo antes de acostarte. Mientras dormís, el cuerpo elimina toxinas de manera natural a través de los poros: si están tapados con maquillaje, no dejarás que la desintoxicación se lleve a cabo.
Las consecuencias de no realizar éste proceso antes de dormir, se traduce en piel irritada, sin vida, con granos y puntos negros. Además, algo muy importante sucede por las noches: la piel se regenera tres veces más durante las horas nocturnas que durante el día y su pico máximo se produce entre las 2 y las 4 de la madrugada.
Hay quienes prefieren utilizar una espuma, otras toallitas, otras lociones y otras directamente se lavan la cara en la ducha. ¿Cuál es para vos?
Suspensiones de agua y aceite: son esas botellitas casi transparentes que muestran estas dos sustancias separadas (una arriba –aceite- y otra abajo – agua), y que proporcionan una solución perfecta para todo tipo de maquillajes. No olvidés agitarlo bien antes de usar.
En el caso de las toallitas desmaquillantes, son geniales para las que quieren hacer este trámite rápido. Las leches de limpieza, por su parte, son adecuadas para pieles secas y se usan aplicándolas sobre la piel y masajeando como si fuera una loción, para luego limpiar con algodón.
Cualquiera sea la opción elegida, es sumamente importante que culmines esta rutina con un lavado de cara, para eliminar todo resto de producto y que tu piel quede sana y liberada. Luego, incorporá una crema hidratante suave.
Errores a evitar
1) Lavar la cara una o dos veces es suficiente para mantenerla limpia. Sin embargo, más de dos veces al día puede irritar la piel. Si no estás usando maquillaje, es bueno que utilices bloqueador solar y en la noche solo enjuagues con agua tibia. Dejá que tu piel “respire un poco” de los productos de tu rutina diaria.
2) Usar la temperatura incorrecta en el agua puede interferir con los aceites naturales que protegen tu piel. El agua tibia es la mejor opción para limpiar eficazmente tu rostro.
3) Frotar con la toalla en exceso pone en riesgo la elastina. Tampoco usés la primer toalla que encontrés, ya que estarías propagando baterías y no es bueno para tu cara.