Si quieres mejorar tu rendimiento en el trabajo, en los estudios, o incluso aumentar la calidad de sus relaciones, usa el poder de la mentalización. La experiencia de psicólogos y una serie de estudios en el campo de la neurociencia han demostrado que algunas prácticas de visualización pueden incluso servir como entrenamiento mental y ayudar a las personas a alcanzar los más variados objetivos, como hacer una presentación memorable, perder peso o vencer la ansiedad.
Todo empezó en el deporte. Cualquiera que siga el tema debe haber leído algún deportista famoso diciendo que siempre graba una película imaginaria antes de ejecutar un movimiento o plano importante. Los experimentos con escaneo cerebral han demostrado que, al imaginar un movimiento, activamos ciertas redes de neuronas que también son necesarias en situaciones reales.
Primero que nada, establece la meta
Se usan técnicas de visualización no solo para mejorar el rendimiento en eventos futuros, sino también para “corregir” mentalmente errores pasados que pueden repetirse como estándares. Esto puede implicar un tipo de juego en el campo que no ha funcionado, pero también creencias que se han construido desde la infancia y que dificultan la vida cotidiana. Por lo tanto, el ejercicio de visualización debe tener una sinopsis antes de comenzar la práctica, y depende del objetivo que pretenda lograr. Puede ser un objetivo, una negociación con el cliente o el jefe, o incluso una conversación difícil que deba tener con un miembro de la familia. El papel y la pluma pueden ayudar a dibujar o describir este “guión”.
Empieza con una buena relajación
El primer paso, sea cual sea la técnica, es comenzar con algún tipo de relajación, sentado en un lugar tranquilo, con los ojos cerrados. Esto también puede implicar el uso de imágenes mentales, como verse en una playa o cascada o prestar atención a cada parte de tu cuerpo para relajar sus músculos. Este preámbulo te ayuda a prestar atención al momento presente y a desconectarte de las distracciones externas. Los expertos garantizan que, con el tiempo de práctica, la concentración mejora y la persona puede hacer los ejercicios rápidamente, en cualquier lugar, o incluso mientras realiza alguna otra tarea rutinaria, como lavarse las manos.
Incorporar al cineasta
Hacer un ejercicio de visualización significa ser guionista y director de cine al mismo tiempo, y crear una película con todos los detalles de la escena para ser vista antes de la acción que planeas realizar. Y el final feliz es el resultado deseado. Una revisión de 75 estudios de imágenes cerebrales, por ejemplo, confirma que este tipo de entrenamiento mental ayuda a allanar el camino hacia el éxito porque activa ciertas redes neuronales involucradas en el desempeño real.
Recrear cada paso
Es importante enfatizar que la mentalización involucra los medios y no solo el fin. En otras palabras: imaginar la victoria antes del partido puede mejorar el espíritu de un jugador, pero cuando se trata de entrenamiento mental, la diferencia radica en imaginar el paso a paso, y no solo el resultado final.
Si es necesario, juega al narrador
Imaginar en detalle requiere trabajo y concentración. Si es difícil, es posible utilizar la narración interna como un recurso alternativo para mentalizar cada detalle. Otros sentidos pueden reforzar experiencias, como pensar en sonidos, olores, calor o frío. En las prácticas compasivas, pensar en un ser querido o en un lugar conocido puede ser parte del ejercicio. Un entorno neutral puede incluso tener una connotación positiva si imagina a un ser querido en ese lugar.
Ahuyentar los pensamientos intrusivos
Con el foco de atención selectiva bien trabajado, es más fácil afrontar las distracciones externas y, principalmente, las internas, que pueden resultar crueles. Esta incómoda película que invade la mente en momentos difíciles es común en quienes padecen ansiedad, depresión o insomnio, por lo que también se han integrado técnicas de visualización con terapias cognitivo-conductuales para alejar pensamientos intrusivos, como aquellas inquietudes que surgen en medio de la noche y hacer que te quedes despierto toda la noche.
Practica regularmente
Para que surta efecto, la práctica debe repetirse muchas veces, si es posible todos los días. Al igual que con los ejercicios musculares, debes practicar para visualizar (realmente) los efectos. Esto implica establecer un momento del día para concentrarse en la tarea, así como cualquier otro momento necesario para lograr su objetivo.