Para algunas personas es muy fácil reconocer sus errores y seguir adelante. Para otros esta es una tarea muy difícil porque desde nuestra infancia hemos seguidos unos patrones de conducta nocivos que nos han instado a hacer lo siguiente.
Intentar esconderlo, culpar a otros o evadirlo. Actuar así trae malas consecuencias, porque no se aprende del fallo cometido y podría repetirse más veces y traer a futuro, sentimientos de culpa o frustración.
No reconocer un fallo nos impide madurar y crecer como personas, además de que nos engañamos a nosotros mismos. No importa que tanto le hagas creer a los demás que ya lo superaste si no haces algo realmente para vencer eso en lo que estás fallando.
Reconocer el error con humildad y ganas de aprender para la próxima vez. Actuar así nos puede abrir las puertas del cambio. Además nos aportará tranquilidad. Si ignoramos un error y lo escondemos, ¿cómo vamos a aprender? En el momento en el que una persona se abre y es capaz de reconocer lo que hizo mal, todo se transforma.
Aceptar los errores es de valientes, porque demuestra el coraje de enfrentarte a las consecuencias y posibles críticas exteriores. Reconociendo un error, este se hace más pequeño y todo se ve desde otra perspectiva, así analizando la situación se aprenderá para la próxima vez
Quien no ha fallado nunca es porque no ha arriesgado.
No hay ser humano perfecto que nazca con todo el aprendizaje. Además, aunque nos aconsejen, se suele aprender más de las experiencias propias vividas.
Cuantos menos riesgos haya en nuestra vida, menos errores cometeremos. Si un barco siempre navega por lo conocido y seguro no surgirán problemas, pero tampoco habrá oportunidades de vivir nuevas experiencias y ver nuevos paisajes.
Cuando queremos dar la imagen de perfección y no apostamos por reconocer los errores, nos situamos en una posición que nos perjudica, porque actuamos como un jefe de empresa que siempre tiene razón, que nunca falla y cuando algo sale mal desplaza la culpa hacia el exterior.
Si vamos por la vida con esa actitud, los demás no verán nuestro lado humano, y podría suceder que no quisieran acercarse a nosotros de una manera honesta y amistosa. Nadie busca amigos perfectos que se sitúen por encima de los demás.
Las personas que quieren dar la imagen de jefes o padres perfectos que nunca se equivocan, lo que consiguen es no tener amigos de verdad ni personas realmente interesadas en tener un vínculo honesto y verdadero.
5 efectos positivos de reconocer los errores
- Nos situaremos en un lado más humano, por lo tanto los demás nos verán personas humildes y sinceras y atraeremos eso hacia nuestra vida.
- Ganaremos en autoconocimiento, nos conoceremos mejor a nosotros mismos. No solo es bueno conocer las virtudes de uno, para lograr la aceptación personal, sino que es imprescindible conocer tanto lo bueno como los defectos.
- Viviremos una vida más sincera con nosotros mismos y eso se traduce en seguridad y bienestar.
- La felicidad estará más próxima, puesto que ya no será necesaria la perfección en nuestra vida. Errar es algo normal y no significa fracaso sino aprendizaje.
- Adquiriremos buenas herramientas para superar adversidades en la vida, ya que cada error que cometamos y sea aceptado y superado nos hará tener más tolerancia a la frustración.
Si somos capaces de reconocer lo que nos sale mal seremos más libres, porque lo que opine la gente sobre nuestra vida no es relevante.