Trabajar tiempo completo significa resignar momentos con amigos, novio, familia y si bien trae beneficios y te puede posicionar mejor en la empresa, puede generarte inconvenientes sentimentales. Es de suma importancia que mantengas un equilibrio entre lo personal y lo profesional.
La clave es reconocer que no es natural darle siempre mayor prioridad al trabajo. Para cambiarlo, definitivamente hay que organizarse y ser constante.
1) Establece prioridades: Las listas de tareas son básicas. De todo lo pendiente decide que debe ser resuelto en modo urgente y que puedes dejar para mañana. En la oficina, evalúa pro y contras de dedicarle demasiado tiempo a un tema concreto.
2) Cuida tu tiempo libre: El mundo de la tecnología nos brinda la posibilidad de estar conectado todo el día, en cualquier lugar. Debes ser consciente que cuanto más tiempo entregues a tu trabajo, más te pedirán. La tecnología y las nuevas formas laborales inducen a no distinguir entre el tiempo libre y el laboral. La gente suele resolver temas de trabajo desde el celular o el computador cuando está de vacaciones. Debes aprender a decir que no. Una posibilidad es no estar todo el tiempo conectada. Si para ti ese momento es importante, presérvalo.
3) Aprende a decir NO: Ser responsable no significa decir que sí todo el tiempo, sino hacerte cargo de lo que no puedes lograr. Si no puedes asumir una tarea que te encargan, busca recursos para que se haga de otra manera. Tal vez puedas proponerle a tu superior trabajar por objetivos: deberían acordar un esquema de horarios flexibles que te permita cumplir con tus obligaciones y estar más tiempo en tu casa.
Aprende a delegar
Buscar ayuda mejora el resultado de las tareas diarias. Es conveniente para lograr un bienestar laboral y personal, que aprendas a delegar.
1) Afloja con las responsabilidades: Por lo general, los que no saben delegar son perfeccionistas y autoexigentes. Siempre quieren complacer a los demás y les cuesta decir que no.
2) Encomienda a otro: Distribuir las tareas no significa desentenderte de ellas. La responsabilidad del encargo sigue siendo tuya. Debes conocer la forma en que otros resuelven determinadas cuestiones y enriquecerte de sus aportes.
3) Simplifica el trabajo: Haz una lista de tareas pendientes, empieza con algo simple, confía en los demás.